Sería complicado que no tuviéramos nombre. Aunque en realidad nadie tiene nombre, se trata de
una ficción muy útil. Se necesitan los nombres para que los demás te llamen, se necesita la primera persona, el «yo» para que te llames a ti mismo, pero es simplemente una ficción. Si profundizas en tu interior comprenderás que el nombre ha desaparecido, que ha desaparecido la idea del «yo», no queda más que una simple presencia, la existencia, el ser. Y ese ser no es algo separador, no es tuyo ni mío; ese ser es de todos. Y en ello están incluidos los ríos, los árboles, las piedras, las montañas, todo. Lo incluye todo, sin excluir nada: el pasado, el futuro, la inmensidad del universo. Cuanto más profundices en ti mismo, más comprenderás que las personas no existen, que no existen los individuos. Lo que existe es la pura universalidad. En la circunferencia tenemos nombres, egos, identidades, y cuando pasamos de la circunferencia al centro desaparecen todas esas identidades. El ego no es más que una ficción útil. Utilizadla, pero sin dejaros engañar por ella.
Osho . El libro del ego .