En cambio, en la civilización de los cazadores de las estepas y en las civilizaciones

camiticas pastorales los herreros son menospreciados y forman castas aparte. El herrero y las herramientas forjadas por los herreros no han desempeñado el papel civilizador que les correspondió en las culturas paleonigríticas. Este es, entre otros, el caso de los abisinios, de los somalíes (entre los cuales los herreros toumala constituyen una casta de intocables), de los tedas (al norte del Tchad, principalmente en el Sahara central), donde los forjadores son desdeñados y forman una clase de parias endógamos (Baumann, pp. 283, 431). Los Wa-Ndorobos (nilotas camiticos, cazadores) desprecian igualmente a los forjadores: éstos no gozan de ningún derecho legal en la comunidad e incluso pueden ser condenados a muerte por sus superiores (Cline, p. 114). Sus vecinos, los Massai (nilotas camiticos, nómadas, ganaderos), dejan la fusión del hierro y el trabajo de la forja a los Il-Konnonos, una casta muy despreciada (Baumann, p. 259). Según la creencia de los Massai, «la vecindad de un kraal de forjador entraña el riesgo de atraer la muerte, la enfermedad u otras diversas desgracias a un kraal normal. El hombre que cohabite con una mujer perteneciente a la casta de los herreros perderá la razón, engendrará hijos inválidos o morirá en la próxima incursión. Ol kononi (herrero) es un término injurioso cuando se aplica a un individuo que no lo es; pronunciar esta palabra después de la puesta del sol significa atraerse los ataques nocturnos de los leones o de los enemigos humanos. El mismo oficio del herrero es impuro» (Cline, p. 114).

Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .

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