Apolonio y Jámblico afirman que el poderío del hombre que anhela superar a los demás,
“no consiste en el conocimiento de las cosas externas, sino en la perfección del alma interna” (38). Así llegaron ellos al conocimiento de sus almas divinas cuyos poderes emplearon con toda la sabiduría alcanzada por el estudio esotérico del hermético saber heredado de sus antecesores. Pero los filósofos del día no pueden o no se atreven a llevar sus tímidas miradas más allá de lo comprensible. Para ellos no hay vida futura ni divinos ensueños, que desdeñan por contrarios a la ciencia. Para ellos los antiguos son “ignorantes antepasados”, y miran con despectiva compasión a todo autor que crea inherentes al ser humano las misteriosas ansias de ciencia espiritual.
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .