Con otra mala inteligencia tropezamos aquí al dar nombres distintos a la misma energía. Si

hasta el siglo XVIII no formaron cuerpo de ciencia los estudios sobre la electricidad, ¿diremos que esta energía no existió antes de entonces, cuando bien pudiera demostrarse que ya la conocieron los hebreos? Pues de la propia suerte han sido siempre idénticos el magnetismo y la electricidad, por más que las ciencias experimentales no advirtieran esta identidad hasta el año 1819. Si una barra de acero puede imanarse por la acción de una corriente eléctrica, cabe admitir también que en las sesiones espiritistas es el médium el conductor de una corriente, de modo que la inteligencia directora de la fuerza psíquica determina flujos eléctricos en las ondas etéreas, y valiéndose del médium, como conductor, actualiza el magnetismo latente en la atmósfera del salón de sesiones. La palabra magnetismo es tan propia como otra cualquiera, mientras la ciencia descubre algo más que un agente hipotético dotado de propiedades problemáticas. A este propósito dice Cox: “La diferencia entre los partidarios de la fuerza psíquica y los espiritistas, consiste en que para nosotros no hay todavía suficiente prueba de un agente director distinto de la inteligencia del médium, ni hay tampoco prueba alguna de la actuación de los espíritus de los muertos” (57). De completo acuerdo estamos con Cox en uanto a la falta de pruebas de la intervención de los espíritus de los muertos, pero en lo que al otro extremo atañe no deja de ser extraña la negativa desde el momento en que abogan por la contraria un caudal de hechos, según se infiere de las siguientes palabras de Crookes: “En mis notas hallo tal superabundancia de pruebas y un sin fin de testimonios tan aplastantes, que podría llenar con ellos varios números de la revista trimestral” (58). Pero veamos alguna de esas pruebas abrumadoras: 1.ª El movimiento de cuerpos muy pesados, sin contacto ni esfuerzo mecánico. 2.ª La percusión y otros sonidos. 3.ª Alteración del peso de los cuerpos. 4.ª Movimiento de los cuerpos pesados a distancia del médium. 5.ª Levitación de muebles sin contacto. 6.ª Levitación de personas (59). 7.ª Apariciones luminosas (60). 8.ª Aparición de manos luminosas o visibles a la luz astral. 9.ª Escritura directa por manos luminosas, aisladas y movidas inteligentemente. 10.ª Apariciones y figuras espectrales (61). Todos estos fenómenos presenció y comprobó Crookes en su propia casa, con la suficiente escrupulosidad de observación para dar cuenta de ellos a la Sociedad Real de Londres, sin que el resultado correspondiera a sus convicciones, según confiesa en la citada obra. Además de los fenómenos enumerados, refiere Crookes otros especiales en que le parece advertir la intervención de una inteligencia externa.

H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .

Índice