Es fácil darse cuenta de que este medicamento no debe confundirse con las tribulaciones terrestres,
con los males del cuerpo, con la injusticias que pode- mos recibir de nuestros semejantes y que tienen a nuestra alma angustiada. Todas estas cosas están o bien para castigo del alma o para su prueba; pero no le dan más que una sabiduría temporal. Además, solamente podemos recibir la vida divina mediante preparaciones de su mismo orden, y el medicamento de que hablamos es esta preparación exclusiva. ¡Dichoso el que persevere hasta el fin, en desearlo y ponerlo a beneficio de los demás todas las veces que tenga la felicidad de sentirlo! Notará con esto que el hombre puede tener cosas tan grandes que decir que no necesita ya ser él quien las diga y que debe esperar que le hagan decirlas o escribirlas.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .