Comprender el «yo» requiere muchísima inteligencia, un estado intenso de vigilancia, de alerta, de agudeza

mental, una observación incesante para que el «yo» no pueda escabullirse. Como soy muy serio, quiero disolver el «yo». Cuando digo eso, entiendo que es posible disolver el «yo». Por favor, sea paciente. Tan pronto digo: «Quiero disolver este "yo"», en el proceso que sigo para disolverlo interviene la experimentación del «yo»; en consecuencia, el «yo» se fortalece. ¿Cómo es posible, entonces, que el «yo» no experimente? Uno puede ver que la creación no es en absoluto una experiencia del «yo». La creación tiene lugar cuando el «yo» está ausente, porque la creación no es un hecho intelectual, no pertenece a la mente, no es autoproyectada; es algo que está más allá de toda experimentación tal como la conocemos. ¿Puede la mente estar por completo quieta, en un estado de no reconocimiento, o sea, de no experimentación, un estado en el que la creación pueda tener lugar? Es decir, cuando el «yo» no está ahí, cuando se halla ausente. ¿Me estoy expresando con claridad o no?... El problema es éste, ¿verdad? Cualquier movimiento de la mente, positivo o negativo, es una experiencia que de hecho fortalece el «yo». ¿Puede la mente no reconocer? Eso puede ocurrir sólo cuando hay completo silencio, pero no el silencio que es una experiencia del «yo» y que, por lo tanto, lo fortalece.

Jiddu Krishnamurti . El Libro de la Vida .

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