Volvamos a las poblaciones africanas donde el herrero es enaltecido. Entre los Wa Tchaggas (bantúes

camiti-zados, agricultores) los herreros son temidos y honrados a la vez. La medalla tiene por otra parte su reverso en lo que concierne al matrimonio. «No es conveniente dar una hija aun herrero, porque se expone a un gran peligro al divorciarse. Si el divorcio resulta inevitable, el herrero puede inmunizar a su mujer frotándole el cuerpo con manteca en presencia de su madre o de otra mujer testigo —lo que recuerda el método utilizado por los Massai para quitar la contaminación del herrero por un objeto nuevo de hierro— y ofreciéndole un bastón antes de pronunciar el divorcio.» u El martillo contiene una especialísima potencia. Antes de comenzar a forjar un martillo el herrero recibe de su cliente un macho cabrío y una cierta cantidad de cerveza. Es sobre todo, gracias a su martillo, como puede golpear mágicamente a un ladrón o a un enemigo personal12. Los herreros, en términos generales, no ponen sus poderes al servicio de la magia negra, y muchos gozan de renombre como chamanes bienhechores. El hierro hace eficaces a los amuletos y es además un excelente medicamento. Las mujeres de los Wa Tchaggas occidentales llevan anillos de hierro en torno al cuello, a los brazos, pues se supone que estos objetos dan fertilidad y sirven para curar a los niños enfermos (Cline, p. 116).

Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .

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