La ciencia occidental va acercándose gradualmente a la conclusión de la filosofía esotérica de Oriente,

que no sólo reconoce la conciencia en el hombre y en el animal, sino también en el vegetal y el mineral, y que la auto-conciencia debe considerarse como la consumación del evolutivo des¬envolvimiento de la conciencia en los tres reinos inferiores. Quizás sea posible, en el breve tiempo que me queda, enca¬rar ese estudio fascinador del desarrollo de la conciencia en los reinos animal y vegetal, y su aparición en el reino mi-neral, así descubriríamos que incluso los minerales mani¬fiestan vestigios de conciencia y de reacción a los estímulos, que dan señales de fatiga y que es posible envenenar a un mineral y matarlo como se hace con un ser humano. La realidad de que las flores tienen conciencia se está aceptan¬do rápidamente, y se publican artículos muy interesantes sobre la conciencia de las plantas, abriendo un amplio cam¬po de reflexión. Hemos visto que respecto a la materia ató¬mica, lo único que podemos afirmar con seguridad es que denota inteligencia, poder de seleccionar y discriminar. És¬te es el rasgo predominante de la conciencia al manifes¬tarse por medio del reino mineral. En el reino vegetal apa¬rece otra cualidad, la de sensación o sensibilidad rudimen¬tarias, que responden en forma distinta de la del mineral. En el reino animal, aparece una tercera reacción, el animal no sólo demuestra señales de sensación en acrecentado gra¬do, análogamente a la respuesta del reino vegetal, sino que manifiesta señales de intelecto o mente embrionaria. El ins¬tinto es una facultad que poseen todos los animales, y las palabras instinto e instigación, derivan de la misma raíz. Cuando el poder de instigación se inicia en la forma animal, es signo de que la mentalidad embrionaria comienza a ma¬nifestarse. En estos reinos existen distintos grados y tipos de conciencia, mientras que en el hombre tenemos los primeros síntomas de la autoconsciencia, o la facultad con que el hombre se hace consciente de que es una entidad separada, el impulso inmanente en el cuerpo, que está en proceso de hacerse consciente a través de dicho cuerpo. Esto ha sido enseñado en Oriente a través de las épocas, y "la filosofía esotérica también enseña que todo vive y es consciente, pe¬ro que no toda vida y conciencia es similar a la humana", y además hace resaltar que "existieron dilatados intervalos entre la conciencia del átomo y de la flor, la de la flor y el hombre, la de éste y Dios". Según dijo Browning: "En el hombre comienza nuevamente la tendencia hacia Dios". El hombre no es un Dios, sino un Dios en ciernes; está la¬brando la imagen de Dios, y algún día la producirá a la perfección. Se esfuerza en manifestar la triple vida divina subjetiva, mediante la objetiva.

Alice A. Bailey . La Conciencia del Átomo .

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