Eso es lo que sucedió al reparador que no pensaba en la muerte de su
cuer- po cuando pedia que se alejase de él aquel cáliz. Finalmente, está ese combate del espíritu, ese dolor con el que no se puede comparar ningún otro dolor y que, por su propia grandeza, nos pone en la situación de soportar todos los demás con una especie de indiferencia.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .