El hombre nuevo conoce la necesidad de estos auxilios indispensables y, como los ha recibido,
se llena de indulgencia y de compasión hacia los desafortunados conciudadanos que siguen esperando todavía. Sabe que no conocemos a Dios aquí abajo nada más que por los objetos sensibles; que, al morir, empezamos a conocerlo por los centros espirituales; pero que sólo después de nuestra reintegración total lo conoceremos por él mismo. Él ve que es esta espera lo que desanima a los mortales y los lleva al desierto por los caminos de la impaciencia Se estremece de dolor al saber que el camino de regreso no es tan ancho como lo hacen los hombres, con todas sus doctrinas que no parecen ser mas que recetas de empiristas y charlatanes.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .