San Juan dice: "La luz lucía en las tinieblas; vino en su propia heredad y
todos los que la recibieron se volvieron hijos de Dios". ¡Consideremos aquí qué exigencia y qué fruto emanan de esta palabra secreta y de esta oscuridad! El hijo del padre celestial no ha nacido solo en esta oscuridad que es su heredad; tú también has nacido ahí como hijo del mismo Padre celestial y de nadie más; y el también te da a ti la fuerza. Ved cuán magnífico es este anticipo: pensad en toda la verdad que todos los maestros han enseñado hasta ahora por su propia razón, o que enseñaran alguna vez, hasta el día del juicio final, ¡y sin haber entendido lo más mínimo de este saber, de este fondo! Incluso si a esta cosa se la llama una ignorancia, un no-conocimiento, hay sin embargo en ella más que en cualquier saber o en cualquier conocimiento fuera de ella. Pues esta ignorancia te conduce y te saca fuera de toda cosa conocida y fuera de ti mismo. Es lo que Cristo quería decir cuando decía: "El que no niega su propio yo y no deja a su padre y a su madre y no se mantiene aparte de todo eso, no es digno de mí". Como si dijera: ¡El que no renuncie a todo lo exterior de las criaturas, no puede ser ni concebido ni engendrado en este nacimiento divino! Que tú te prives a ti mismo y de todo lo que está fuera, solamente eso te lo da verdaderamente. Y el hombre que en esto esté correctamente dispuesto, yo creo que nunca podrá ser separado de Dios. Afirmo que es incapaz de caer en el pecado mortal. Semejantes hombres sufrirán mejor la más ignominiosa muerte antes que cometer aunque fuera el más pequeño pecado mortal; como por lo demás han hecho muchos santos. Sí, ni siquiera pueden cometer un pecado venial, ni dejarlo pasar conscientemente en ellos o en otros hombres cuando podrían impedirlo. De tal forma están seducidos y atraídos por esta vía, tan acostumbrados están a ella, que nunca querrían volverse hacia otra: dirigen todos sus sentidos y sus potencias por este único camino. Que el Dios que ha nacido de nuevo como hombre nos ayude a este nacimiento, para que nosotros, pobres hijos de la tierra, nazcamos en él en tanto que Dios; ¡que nos ayude a ello eternamente! Amén.
Meister Eckhart . Del Nacimiento Eterno .