«No conoceréis este tiempo por ninguna de las revoluciones de vuestro ser natural y físico,

ya que tiene que ser inmolado a las tinieblas y servirles de víctima, y, como no sabe nada de las cosas del espíritu, seguirá ciegamente su oscuro camino, hasta el día de su sacrificio, lo mismo que, en tiempos de Noé, un poco antes del diluvio, los hombres seguían todas las leyes de la materia, sin pensar para nada en lo que iba a pasar. Pero, cuando llegue vuestra hora, de los dos hombres que os componen, uno será retenido y el otro, dejado en libertad. De las dos mujeres que se dedican en vosotros a moler, una será retenida y la otra, dejada en libertad, porque, en vosotros, una de estas mujeres y uno de estos hombres participa del espíritu y de la luz y el otro, de la materia y las tinieblas. Vigilad, pues, porque no sabéis a qué hora va a venir vuestro Señor, «porque debéis saber que, si el padre de familia supiese a qué hora iba a entrar el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que entrasen en su casa».

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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