«Por tanto, hoy día es preciso que el hombre desdichado no deje de verter sudores
de sangre para convertir esta terrible morada en una morada de libertad y de alegría, en la que su suerte no tenga ya que producirle la misma preocupa- ción ni la misma inquietud, sino que, por el contrario, pueda caminar en ella, como hacía en otros tiempos, por caminos ilimitados que le ofrecen a cada paso las perspectivas más consoladoras. Es preciso que transmute su cuerpo de muerte en cuerpo de actividad, de fuerza y de dominio sobre todas las leyes inferiores que constituyen y dominan este mundo bajo; es preciso que transmute todas las ilusiones que persiguen aquí abajo su corazón y su pensamiento en otros tantos signos certeros e invariables, que sean, al menos, como indicios de esas verdades eternas, en las que había tenido su nacimiento y que no debe- ría haber abandonado jamás. En una palabra, si es él mismo el que ha venido a formarse un destino y a ponerse bajo el yugo, es preciso que sea él mismo el que saque su vida Divina de debajo del yugo de este destino y lo arranque de allí con dolor, para ponerlo de nuevo en su cómoda situación primitiva.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .