La Telepatía, la facultad de leer el pensamiento, y el hipnotismo, conocidos por la Teosofía

por mucho tiempo, demuestran la existencia en el hombre, de planos de conciencia, funciones y facultades hasta la fecha no soñadas. La lectura del pensamiento y el influir a distancia sobre la mente del sujeto hipnotizado, prueban la existencia de una mente que no está totalmente subordinada al cerebro, y que existe un medio por el cual el pensamiento influyente puede ser transmitido. Basándose en el dominio de la ley, los Iniciados pueden comunicarse entre sí a cualquier distancia. La exposición razonada de esta facultad, aún no admitida por las escuelas de hipnotismo, es que si las dos mentes vibran al unísono o pasan al mismo estado, ambas pensarán de igual manera; o en otras palabras, el que ha de percibir a larga distancia, recibe la onda o impresión transmitida por el otro. En la misma forma ocurren los demás poderes o facultades, no importa cuán extraordinarios sean. Esos poderes son naturales aunque ahora raros, al igual que una gran habilidad musical es natural aunque no sea un fenómeno común. Si un Iniciado puede hacer mover un objeto sólido sin tocarlo, es porque tiene comprensión de las dos leyes, de atracción y repulsión, de las cuales la gravedad es sólo una de ellas; si él es capaz de precipitar del aire invisible el carbón que nosotros sabemos se oculta en el mismo, y de convertir ese carbón en frases redactadas sobre el papel, es por medio de su conocimiento de la química oculta superior y el ejercicio de una disciplinada y poderosa facultad de imaginación creadora que cada ser humano posee. Si el Iniciado lee los pensamientos de uno con facilidad, eso es el resultado del uso de los poderes internos y reales de la visión, que no requieren la ayuda de una retina para ver la finísima malla de la imagen que el vibrante cerebro del hombre teje frente a sí mismo. Todo lo que el Mahatma puede hacer es natual al hombre perfeccionado; pero si esos poderes aún no nos han sido revelados, es porque la raza es todavía del todo egoísta y aún vive para lo presente y lo transitorio.

William Judge . El Oceano de la Teosofia .

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