De todo cuanto acabamos de decir parece deducirse que la presencia de hierro en el

cuerpo del chamán juega hasta cierto punto el mismo papel que los cristales u otras piedras mágicas en los hombres-medicina australianos, oceánicos y sudamericanos. Se sabe que los cristales de roca de que está «relleno» permiten al chamán australiano u oceánico «ver» los espíritus y las almas, volar por los aires, etc., porque así se asimila la sacralidad uraniana de los cristales caídos de la bóveda celeste. Análoga solidaridad podemos entrever entre ciertos chamanismos siberianos y el hierro 13. Tal hecho no deja de tener consecuencias: como el hierro está reservado al herrero, éste aumenta de tal manera su prestigio mágico-religioso. Hemos visto que los orígenes comunes de la sacralidad de los chamanes y los forjadores se prueba por su «dominio del fuego». Traducido en términos teóricos, este «dominio» significa la obtención de un estado superior a la condición humana. Y, lo que es más, el herrero crea las armas de los héroes. No se trata solamente de su «fabricación» material, sino de la «magia» de que están investidas; es el arte misterioso del forjador el que las transforma en armas mágicas. De aquí las relaciones, atestiguadas en las epopeyas, que existen entre héroes y herreros. F. Altheim observa que en las canciones épicas de casi todas las tribus mogólicas, así como entre los turcos, el vocablo «herrero» (darkhan) significa igualmente «herrero» y «caballero franco» (es decir, libre)14. El mismo autor pone de manifiesto la importancia militar del tambor y el traje chamánico, que constituye una especie de coraza de metal. En ocasiones, los herreros son llevados hasta la dignidad real. Según ciertos relatos, Gengis-Khan fue en sus principios un simple herrero, y la leyenda tribal de los mogoles relaciona el oficio de herrero con la casa soberana15. Según la tradición iraniana, el herrero Kavi era el antecesor de la dinastía Kavya; un día «puso su delantal de cuero en el extremo de una \z.va2í, y así erigió el estandarte de la lucha contra el rey dragón. El sencillo delantal de piel se convirtió en la bandera real del Irán».

Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .

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