Lo que enfrenta al estudiante en este asunto de la precipitación, es el asunto dinero.

La primera pregunta es siempre: ¿Cómo se puede precipitar dinero sin interferir o sobrepasar el límite asignado por el Tesoro Nacional? Desde que se estableció el dinero como patrón de cambio, y siendo, como quien dice, el oro lo que respalda o ampara este patrón, o sea, la seguridad de toda emisión, hay que recordar que han habido innumerables desastres de toda forma, en los que se ha perdido el oro o las remesas de dinero por valor de billones. De la misma manera han desaparecido miles de toneladas de oro de diversos países, sumergidas en el océano y enterradas en lo profundo por cataclismos ocurridos. Por lo tanto, como la precipitación se hace del aire, es oro en su estado natural y tendría que ser en cantidades grandísimas para que existiera el peligro de pasar el límite del permiso legal para su uso. Además, el oro es siempre legal en su uso y como el mundo tiene ofrecida una prima para que sean producidas mayores cantidades de oro, ¿por qué no precipitarlo y así beneficiar al mundo? Ahora, no me hago responsable por las preguntas que les sean hechas cuando ustedes presenten su precipitación de oro. Ustedes no se dan cuenta del alcance de la curiosidad de la mente exterior en cuanto se alborota la atención respecto al oro. A menos que se sepa de la posesión de una mina de donde extraerlo, por ejemplo, la mente humana se enciende de inmediato. Toda demanda por inquirir el origen de vuestro oro es una sutil forma de indagación para descubrir vuestra fuente «e ir pegado». Mi opinión es que se responda a esas inquisitorias: «Esto es oro. A usted no le importa en dónde lo he adquirido. Pruébelo, analícelo. Si no es cien por ciento oro, puede rechazarlo, y si es oro puro, usted está obligado a recibirlo por la Ley de su Gobierno». Sin embargo, no olviden que la Presencia «YO SOY» es quien lo gobierna. Ella es quien lo precipita y quien lo hace circular sin tropiezos.

Saint Germain . El Libro de Oro de Saint Germain .

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