Es una verdad, que se ha tratado con frecuencia, que, aunque el hombre haya nacido

para el espíritu, no puede disfrutar de las dulzuras ni de las luces del espíritu más que en la medida en que él haya empezado a hacerse espíri- tu. Por eso es por lo que la sabiduría activa e invisible hace que descienda continuamente su peso sobre el hombre, para agrupar sus fuerzas y sus princi- pios de vida espiritual. Además, esta sabiduría activa e invisible no hace que descienda así su peso sobre el hombre sin verter en su corazón algunas de esas influencias vivas de las que es órgano y ministro y entre las cuales hace eter- namente su morada.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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