Rechazará mucho menos todavía a los que vengan a él con una confianza humilde, esperando

que, sólo con acercarse, se cumplan sus deseos: «y cuando aquella mujer, que tenía una pérdida de sangre desde hacía doce años, se acer- que a él por detrás y toque el borde de su vestidura, diciéndose si pudiese tocar, aunque sólo fuese su vestidura, me curaría, él se volverá y, al verla, le dirá: hija mía, ten confianza, tufe te ha salvado y esta mujer se curará en ese momento».

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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