Pero es, sobre todo, el segundo grupo de creencias el que se refiere al crecimiento
de las piedras y minerales en el «vientre» de la tierra, el que reclama nuestra atención. La roca engendra las piedras preciosas: el nombre sánscrito de la esmeralda es azmagarbhaja, «nacida de la roca», y los tratados mineralógicos indios la describen en la roca como en su «matriz». El autor del Ja-wáhirnámeh («Libro de las piedras preciosas») distingue el diamante del cristal por una diferencia de edad, expresada en términos embriológicos: el diamante es pakka, es decir, «maduro», mientras que el cristal es kaccha, o sea «no maduro», «verde», insuficientemente desarrollado. Una concepción similar se conservó en Europa hasta el siglo xvii. De Rosnel escribía en Le Mercure Indien (1872, p. 12): «El rubí, en particular, nace, poco a poco, en la mina: primeramente es blanco y luego, al madurar, adquiere lentamente su color rojo, de donde viene que se hayan encontrado algunos totalmente blancos, otros rojiblancos. Cual el niño se alimenta de sangre en el vientre de su madre, así el rubí se forma y alimenta». El mismo Bernard Palissy creía en la maduración de los minerales. «Como todos los frutos de la tierra —escribía—, los minerales tienen un color distinto en su madurez al de sus comienzos.».
Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .