Alejandro Magno quería traer un sannyasin de India a su propio país, porque su maestro,

el gran filósofo Aristóteles, le había pedido: «Cuando vuelvas de India, trae a un sannyasin», porque la gran contribución de India al mundo es el camino, el modo de vida del sannyasin. Aristóteles estaba muy interesado. Quería ver qué tipo de hombre era un sannyasin, porque solo había sucedido en India. Ésta es su contribución especial a la cultura y la humanidad mundiales, una manera totalmente diferente de vivir en el mundo: viviendo en el mundo pero sin ser del mundo, permaneciendo desapegado y ajeno; como una flor de loto en el estanque, viviendo en el agua pero sin ser tocada por el agua. Cuando se acumulan las gotas de rocío en los pétalos del loto son muy hermosas al sol de la mañana, como perlas; sin embargo, no están tocando la flor en absoluto y la flor no las está tocando. Tan cerca y, sin embargo, tan lejos... «¿Qué tipo de hombre es un sannyasin?» Aristóteles estaba interesado filosóficamente. No era el tipo de hombre que se hace sannyasin, pero le había pedido a Alejandro que trajera un sannyasin: «Traerás muchas cosas. Para mí, recuerda traer un sannyasin.» Cuando Alejandro se estaba yendo del país, se acordó. Había saqueado mucho, y luego de pronto se acordó: «¿Y el sannyasin?» Inquirió en su última base en India. Inquirió acerca de un sannyasin y la gente le dijo: «Sí, tenemos un sannyasin muy hermoso, pero es casi imposible agarrarlo.» Alejandro dijo: «Yo me encargo. No os preocupéis. No me conocéis. Si ordeno a los Himalayas que vengan conmigo, tendrán que venir conmigo, así que ¿qué va a hacer un sannyasin? ¿Dónde está? Simplemente dadme la dirección.» Y le dieron la dirección. El sannyasin era un faquir que vivía desnudo a la orilla del río. Enviaron a cuatro hombres fuertes con las espadas desenvainadas a llevar al sannyasin ante Alejandro. El sannyasin, al ver a esos cuatro forzudos con las espadas desenvainadas, se echó a reír. Le dijeron: «No comprendes: es una orden del gran Alejandro que te llevemos a su corte. Te está esperando.» Y el sannyasin dijo: «Hace mucho tiempo que he dejado de ir y venir. Si quiere verme, puedo complacerle; puede venir. Pero he dejado de ir y de venir. Ese ir y venir desapareció con mi mente. Ahora no hay nadie que vaya y nadie que venga. ¡Ya no existo!» Por supuesto, esos griegos no pudieron haberle entendido. Los griegos son el polo opuesto de los hindúes. Los hindúes son básicamente ilógicos y los griegos son básicamente lógicos. Los hindúes son poéticos, intuitivos; los griegos son intelectuales. Los cuatro soldados le dijeron: «¿Qué tonterías estás diciendo? ¡Podemos llevarte a rastras!» El sannyasin dijo: «Podéis arrastrar mi cuerpo, pero no a mí. Podéis poner mi cuerpo en una prisión, pero no a mí. Mi libertad permanecerá intacta. Soy una flor de loto, el agua no puede tocarme.» Esto era una absoluta tontería para esos griegos. Le dijeron: «Espera. Vamos a informar a Alejandro, no sea que hagamos algo erróneo.» Informaron a Alejandro de las bellas frases del sannyasin y le dieron parte: «Es un hombre hermoso, sentado desnudo al sol a la orilla del río. Parece un gran emperador, y no hay nada a su alrededor. No posee nada, ni siquiera un cuenco de mendigo. ¡Pero qué grandeza, qué gracia! Le miras a los ojos y parece que fuera el emperador del mundo entero. Y se rió de nuestro desatino: que habíamos venido con las espadas desenvainadas y él no tenía miedo en absoluto. Y dijo: "Podéis matar mi cuerpo, pero no me podéis matar a mí".» Alejandro se intrigó. Fue a ver a este sannyasin desnudo. Se sintió impresionado, enormemente impresionado, y dijo: «Tendrás que venir conmigo. ¡Es lo que ordeno!» Pero el sannyasin dijo. «El día que me hice sannyasin dejé de recibir órdenes de nadie. Soy un hombre libre, no soy un esclavo. Nadie puede darme órdenes. Me puedes matar, pero no puedes darme órdenes.» Alejandro se enfadó. Tomó su espada y dijo: «¡Te cortaré la cabeza inmediatamente!» Y el sannyasin volvió a echarse a reír. Y dijo: «La puedes cortar, porque de hecho la corté yo mismo hace mucho tiempo. Estoy muerto.» Éste es el significado del verdadero sannyas: un muerto. Y el hombre dijo: «¿Cómo vas a matar a un muerto? Será una absoluta tontería. ¿Cómo vas a poder matar a un muerto? Un muerto está muerto, ya no puede morir: todo ha terminado ya. Llegaste un poco tarde: ya no existo. Sí, puedes cortar la cabeza: verás que la cabeza cae en la arena; yo también veré que la cabeza cae en la arena. Soy un observador, un testigo.» Éste es el significado de «un árbol marchito ante un barranco». Alejandro era el barranco, y el sannyasin era el árbol marchito. ¿Qué le puede hacer el barranco al árbol marchito? El árbol marchito ya está muerto, ido. El barranco no puede destruir el árbol marchito. El árbol marchito no le tendrá miedo al barranco.

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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