El hombre está tranquilo en medio de los abismos que lo rodean y se olvi-

da de que sus enemigos son tan temibles que él no puede vencer ni el mínimo nivel de su poder sin que la propia fuerza Divina se ponga en movimiento y sin que cueste a Dios una actuación y un acto real de su fuerza y de toda su acción. El enemigo no ignora esta verdad y no se moverá mientras sigamos sin poner en juego nada más que nuestros poderes inferiores y propios del hombre tene- broso. Uno de sus grandes secretos está en abusar de los mortales con triunfos aparentes basados en plegarias débiles e ilusorias, que hacen que duerman el sueño de la muerte. Por eso es por lo que devora todos los días toda la tierra.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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