No cerrará su corazón ni sus poderes a sus discípulos cuando, estando en el mar

en medio de una tempestad, lo despierten aterrorizados y le digan: maes- tro, sálvanos. Se limitará a acusarlos de timoratos y de falta de confianza en ellos mismos; pero verá por su propia petición cómo confían en él para su salvación y ordenará a los elementos que se calmen.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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