Si en Oriente, en el pasado, una persona era hábil y confeccio¬naba el mejor zapato,

nadie acudía a él. Ellos acudían a aquél que era inocente. Puede que no hiciera esos zapatos tan buenos, pero ellos iban a la persona que era inocente porque un zapato no es sólo un objeto; lleva la calidad de la persona que lo ha hecho. De modo que si era un técnico hábil e inteligente, nadie acudía a él. El sufría, era un fracasado. Pero si era un hombre de calidad, de carácter, inocente, entonces la gente iba a él. Incluso para cosas no tan importantes, la gente valoraba más esto.

Osho . Yoga: La Ciencia Del Alma Vol 1 .

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