En cambio, el que haya tenido el valor de contemplar atentamente su verdadera esencia, el

que haya distinguido con cuidado su pensamiento del ser tenebroso que nos acompaña durante algún tiempo, el que, finalmente, se haya comportado con este ser inferior y subordinado como con aquel siervo del evangelio que, cuando llegaba del campo, se veía obligado a ceñirse la ropa, preparar la comida de su amo y esperar a que terminase de comer para empezar él, o sea. que no conceda jamás nada a las necesidades de su materia antes de que su espíritu quede satisfecho, como el amo, y, al ser éste el primero que hay que servir, digo yo, encontrará en sí mismo no sólo cuál es el destino del hombre, sino también cuál es el camino que debe llevarlo a conseguir su realización.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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