Con la aparición del pensamiento operacional formal, que normalmente tiene lugar entre los once y

los quince años de edad, se produce otra transformación realmente extraordinaria. El pensamiento operacional formal capacita al individuo para reflexionar sobre las normas y las reglas de la sociedad y, de ese modo, le permite juzgar por su cuenta la validez o falsedad de esas reglas y de esas normas. Estamos hablando ya de lo que Kohlberg y Gilligan denominan moral postconvencional. En este estadio, el individuo ya no se halla sujeto a normas sociales conformistas, ya no está atado a una tribu, un grupo o una sociedad determinada sino que juzga las acciones de acuerdo a criterios más universales; es decir, a lo que está bien y es adecuado, no sólo para los miembros de mi grupo sino para toda la humanidad. Obviamente, este proceso de desarrollo presupone también la posibilidad de una integración superior y más universal. En este sentido, el individuo pasa de ser autocéntrico a ser sociocéntrico y luego cosmocéntrico -en camino, añadiría yo, de ser teocéntrico-. En este estadio, la persona también desarrolla la capacidad de llevar a cabo una introspección intensa y sostenida. ¿Quién soy yo? se convierte por primera vez en un tema candente. Aquí, el individuo ya no está protegido ni limitado a las reglas y roles conformistas de la etapa anterior; ahora dispone de la posibilidad de forjar, por así decirlo, su propia identidad. Pero, en el caso de que aparezcan problemas en este estadio, la persona desarrolla lo que Erikson denominó una crisis de identidad. Y el único tratamiento para este tipo de problemas es... más introspección! En este estadio, el terapeuta se convierte en una especie de filósofo que sostiene con el paciente un diálogo socrático que le ayuda...

Ken Wilber . Psicoterapia y Espiritualidad .

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