Eres tú quien debe ir a la conquista que se te ofrece, con la firme

decisión de comportarte conforme a la ley que debe asegurar tus éxitos, ya que, si retienes una mínima parte del anatema, si no arrojas al fuego y a la destrucción todas las posesiones de los habitantes o, más aún, si no pasas por la espada a todos los habitantes, sin distinción de edad ni sexo, puedes estar seguro de que no sólo dejarás sin terminar tus santas empresas, sino que incluso los que habrías debido someter se convertirán en tus vencedores y señores y estarás continuamente expuesto a ser derribado por el enemigo, sometido a esclavitud y hasta exterminado, hasta que hayas confesado tu crimen, hasta que hayas declarado cuáles son las porciones del anatema que has reservado y hasta que ¡ajusticia haya conseguido la venganza más espectacular de tu prevaricación.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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