Usted ha dicho con frecuencia que nadie puede mostrarnos el camino hacia la verdad. Sin

embargo, se dice que sus escuelas ayudan a sus miembros a comprenderse a sí mismos. ¿No es ésta una contradicción? ¿No crea ello una atmósfera de elite? Quien les habla ha dicho que no hay sendero hacia la verdad, que nadie puede conducir a otro hacia ella. Ha repetido esto con mucha frecuencia en los últimos sesenta años y, con la ayuda de otras personas, ha fundado escuelas en la India, aquí y en los Estados Unidos. El interlocutor dice: “¿No se está usted contradiciendo a sí mismo, visto que los maestros y los estudiantes en todas estas escuelas tratan de comprender su propio condicionamiento, educándose no sólo académicamente sino también para comprender todo ese condicionamiento, la totalidad de su naturaleza y de su psique?” Uno no ve en absoluto la contradicción. Desde los tiempos de la antigua Grecia y la antigua India, las escuelas han sido lugares donde uno aprende. Aprende allí donde hay tiempo libre. Por favor, acompáñeme un poco. Usted no puede aprender si no dispone de tiempo libre, o sea, tiempo para usted mismo, tiempo para escuchar a otros, tiempo para investigar. Un lugar así es una escuela. Las escuelas modernas en todo el mundo cultivan meramente una parte del cerebro, la cual se ocupa de adquirir conocimientos, tecnología, ciencia, biología, teología y cosas por el estilo. Esas escuelas sólo se interesan en el cultivo de una sección particular del cerebro, la que adquiere muchísimo conocimiento, conocimiento externo. Ese conocimiento puede ser empleado hábilmente para ganarse la vida o torpemente, depende de la persona. Escuelas así han existido por miles de años. Aquí, en estas escuelas, nosotros intentamos algo por completo diferente. Tratamos no sólo de educar académicamente hasta los niveles establecidos, sino que también intentamos cultivar una comprensión, una investigación dentro de la total estructura psicológica de los seres humanos. Los estudiantes llegan ya condicionados, de manera que ahí comienza la dificultad. Uno tiene que ayudarlos a librarse no sólo del condicionamiento general, sino también a que investiguen mucho más profundamente. Esto es lo que están tratando de hacer estas escuelas con las que nos hallamos relacionados. Puede que consigan su propósito y puede que no. Pero como es una tarea difícil, uno debe intentarla, no seguir siempre el camino más fácil. Ésta es una materia difícil de examinar, pero ello no crea una elite. ¿Y qué hay de malo en una elite? ¿Desea usted que todo, personas y cosas, sea reducido a un común denominador? Ése es uno de los inconvenientes que tiene la así llamada democracia. De modo que, hasta donde puede uno verlo, no hay contradicción. La contradicción existe solamente cuando uno afirma algo una vez y lo contradice otra. Pero aquí estamos diciendo que nadie puede conducirlo a la verdad, a la iluminación, a la clase correcta de meditación, a la recta conducta, nadie, porque cada uno de nosotros es responsable de sí mismo y no depende de nadie en absoluto. En todas estas escuelas estamos tratando de cultivar una mente, un cerebro que sea holístico, que adquiera conocimientos para actuar en el mundo pero sin descuidar la naturaleza psicológica del hombre, porque eso es mucho más importante que la carrera académica. Aparentemente, cierta clase de educación es necesaria para tener la capacidad de ganarse la vida en el mundo actual, en la actual civilización (sea lo que fuere esa civilización), y tanto las escuelas occidentales como las orientales están descuidando el otro lado, que es mucho más grande y profundo. Pero aquí estamos tratando de hacer ambas cosas, lo cual no sucede en otras escuelas. Puede que tengamos éxito en ello, esperamos que sí, pero también es posible que no lo tengamos. Eso es lo que estamos tratando de hacer. No hay ninguna contradicción.

Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .

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