En este tercer grado del Sendero el hombre debe quebrantar aún dos trabas, la cuarta
y la quinta: el deseo y la aversión. Ve en todos el Yo único, y no puede cegarle el velo externo, por agradable que sea. Ve del mismo modo todos los seres, y el germen precioso de la tolerancia, ya cultivado en el Sendero probatorio, se desparrama ahora en amor universal, cuya ternura irradia sobre todo lo existente. Es el “amigo de todas las criaturas”, y “ama todo cuanto tiene vida” en un mundo donde todo vive.
Annie Besant . La sabiduría antigua .