Tengamos siempre presente la suerte tan gloriosa del hombre nuevo que acaba de regenerar el

sacramento de la palabra. Ha sido investido con esta palabra y, por así decirlo, sacramentado en su esencia. A partir de ese instan- te, en él se ha convertido todo en sacramento, todo se ha sacramentado en su ser, ya que las siete fuentes sacramentales que han brotado de su piedra angu- lar abarcan su región terrenal y corporal, su región celestial y espiritual y su región divina.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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