No permitas que el sol ardiente seque una sola lágrima de dolor, antes
que tú mismo la hayas enjugado en el ojo del afligido.
H.P. Blavatsky . La voz del silencio .
que tú mismo la hayas enjugado en el ojo del afligido.
H.P. Blavatsky . La voz del silencio .