Lo mismo sucede con las emociones. Debéis purificarlas, hacerlas impersonales, vigorizarlas y eliminar de ellas

todo tinte de mezquindad, egoísmo, envidia, leves enojos y todas las menudas inquietudes que acaban por convertirse en formidables obstáculos. Vuestra mente y emociones deben funcionar con perfecta facilidad. Y cuando tengáis tal mente y tales emociones os será fácil dominar el cuerpo; será fácil apartaros de los deseos, necesidades y sufrimientos del cuerpo, y tratarlo como trataríais un magnífico vestido. Si me permitís que os hable de un asunto personal, recuerdo que cuando yo estaba en Ooty, en las Nílgiris de India hice experimentos conmigo mismo, no muy fructíferos al principio, para tratar de descubrir cómo podría yo desprenderme del cuerpo y verlo tal como es. Después de dos o tres días o acaso una semana de experimentación, noté que durante algún tiempo pude separarme fácilmente del cuerpo y contemplarlo objetivamente. Estaba yo junto a mi cama, donde yacía mi cuerpo, y experimenté una extraordinaria sensación. Y desde entonces he experimentado un distinto sentimiento de despego o división entre gobernante y gobernado, de modo que aunque el cuerpo tiene sus ansias, sus deseos de ir de aquí para allá y vivir y gozar separadamente por sí mismo, no estorba en modo alguno al verdadero yo.

Jiddu Krishnamurti . El Reino de la Felicidad .

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