«Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi padre lo amará y vendremos a
él y pondremos en él nuestra morada. El que no me ama, no guarda mi pala- bra, y la palabra que habéis oído no es mi palabra, sino la de mi padre que me ha enviado». Este consolador, o este hijo espiritual que debe nacer en noso- tros, no sólo se descubre a todo lo que hay en nosotros que lo ama, no sólo comunica todo lo que recibe de su padre a lo que hay en nosotros que lo ama y cumple sus mandamientos, sino que hace que el padre ame también en noso- tros todo lo que ama este consolador y vengan juntos a nosotros y establezcan aquí su morada. Pero, al no ser la palabra de este consolador, o de este hijo que debe nacer en nosotros, su palabra, sino la de su padre, no puede manifestarse en nosotros si no se manifiesta también su padre y nace en nosotros con él.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .