Verás que este Ser infinito vierte continuamente sobre nosotros, en todos sus géneros, la abundancia
de sus fuerzas, de su majestad y de su infinitud, pues, por más que haga nuestra voluntad pestilente, el Eterno no deja de demostrarnos su límite y su impotencia, haciendo que nademos continuamente en su inmensidad universal. No te aflijas, pues, alma humana, si tu hombre nuevo, después de bendecirte, se ha separado de ti y se ha ido al cielo. Imita el ejemplo de los discípulos del reparador universal que, después de haberlo «visto separarse de ellos y subir al cielo, volvieron llenos de alegría a Jerusalén, donde se quedaron en el templo alabando y bendiciendo a Dios», porque estaban llenos de confianza en sus promesas.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .