Si has comprendido de antemano que la anunciación del ángel puede repe- tirse para ti,

lo mismo que la concepción y el nacimiento del hijo de la prome- sa, no te sorprenderá que la resurrección de Lázaro pueda repetirse también para ti, sino que también, por la misma razón, te das cuenta de que esta opera- ción preliminar te resulta indispensable, puesto que llevas muerto cuatro días (tus cuatro grandes instituciones primitivas que ya no sabrías llenar) y puesto que difundes por todas partes la imperfección. La voz del reparador se acerca a tu sepulcro y te grita: Lázaro, levántate. No hagas como hicieron los judíos en el desierto. No endurezcas tu corazón ante esta voz y sal inmediatamente de tu féretro. No faltarán personas serviciales que te quiten las vendas. Recuerda des- pués que, si se te ha dicho Lázaro, levántate, no ha sido nada más que para que, a tu vez, repitas voluntariamente a todas tus facultades dormidas Lázaro, leván- tate y para que esta palabra se extienda de forma continua por todas las partes de tu ser. Entonces es cuando podrás esperar sentarte a la mesa con el Señor.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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