El hombre nuevo, una vez convencido de estas verdades, no sólo por su íntima persuasión,

sino también por su propia experiencia, verá con agradable sorpresa que el reparador no ha tenido más propósito que hacer que se abran los ojos de los hombres sobre estos deberes indispensables y tan beneficiosos, cuando ha empleado toda su fuerza en producir las tres muertes en medio del pueblo de Israel. Esto es algo sorprendente y no se sabría marcar bien la dife- rencia que hay entre los lugares en los que cada uno de estos muertos ha sido llamado a la vida. Lázaro fue resucitado en la tumba en la que llevaba cuatro días, cuando ya olía mal; el hijo único de la viuda de Naím fue resucitado en el camino, cuando lo llevaban al sepulcro; la hija de Jairo, jefe de la sinagoga, de doce años, fue resucitada en la casa de su padre. ¿Cómo no vamos a ver, en estas tres resurrecciones realizadas por el reparador, esa triple resurrección que tenemos que hacer todos en nosotros mismos y que es, al mismo tiempo, la obra principal y la recompensa del hombre nuevo?.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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