Este no es un lugar a propósito para buscar nuevos marbetes ni satisfacer vanidades personales;

este debe ser el lugar donde cada cual viva tan gravemente como pueda, tan vigorosamente como pueda, tan eventualmente como pueda, de conformidad con esta eterna Ley. No debéis hacer de este lugar un páramo de falsos ideales ni habéis de convertiros en seres domesticados; no debéis crear pequeños dioses ni adorar en pequeños santuarios; esto lo podréis hacer en cualquier otra parte, pero no es lo que aquí necesitamos; esta es la siniestra clase de adoración, la siniestra clase de actitud, la devoción de siniestra índole. Una vez hayáis bebido en esta fuente no necesitaréis adorar en ningún lugar del mundo. ¿Quién desearía adorar a la luz de una vela, cuando tiene a su disposición el sol? Pues precisamente esto es lo que estáis haciendo de continuo: Defender la pequeña adoración en pequeñas casas, en pequeñas celdas. Aquí procuramos erigir el altar mayor en donde toda la humanidad pueda adorar.

Jiddu Krishnamurti . El Reino de la Felicidad .

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