Toda visión evocada mediante el empleo del Árbol es, en realidad, un sueño provocado artificialmente

en plena vigilia, motivado deliberadamente y relacionado conscientemente con algún tema o cosa elegidos, gracias a la cual se tornan inteligibles a la conciencia, no sólo el contenido subconsciente, sino también el supraconsciente. En un sueño espontáneo, los símbolos surgen al azar de la experiencia, pero en la visión cabalística los cuadros son evocados por un juego limitado de símbolos, al que queda restringida rígidamente la conciencia, merced a la disciplina y al hábito de la concentración. Este poder de mantener la mente dentro de determinados límites es lo que constituye la técnica de la meditación oculta, y sólo puede adquirirse mediante la práctica constante en largos períodos de tiempo. En esto reside toda la diferencia entre un ocultista preparado y otro que no lo está. La persona no preparada podrá desprender la conciencia del control de la personalidad dirigente, y permitir así que surjan imágenes pero carece del poder de restringir y seleccionar las que deban o las que quiera aparezcan; y, por tanto, puede presentarse cualquier cosa, inclusive una proporción variable de contenido subconsciente. El ocultista preparado, habituado a usar este sistema en sus meditaciones, puede librarse instantáneamente del contenido subconsciente, salvo que esté perturbado por la emoción, en cuyo caso puede sentirse enredado; aun en este caso, su mismo sistema constituye la mejor protección, pues inmediatamente se dará cuenta de la confusión del simbolismo en las imágenes, ya que tiene un modelo definido de comparación que le permitirá controlarlas.

Dion Fortune . La Cabala Mistica .

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