Uno siempre los puede oír, pero nunca a uno mismo. Y se sentirá en ello

la cuarta cosa: puedes oír a toda la existencia a tu alrededor... gente hablando, andando, niños riéndose, alguien que grita, la llamada de un pájaro, un coche que pasa, un avión, el tren. Serás capaz de oírlo todo. Pero no podrás oírte a ti mismo: has desaparecido completamente, eres un vacío... Te estás volviendo un Subhuti. No estás ahí en absoluto. No te sientes a ti mismo como una entidad. Todos los ruidos están ahí, solo tus ruidos internos han desaparecido. Normalmente hay más ruidos dentro de ti que fuera: el verdadero barullo está dentro de ti, la verdadera locura está ahí, y cuando se juntan la locura externa y la locura interna, se crea el infierno. La locura externa va a continuar, porque no la has producido tú y no puedes deshacerla. Pero puedes deshacer tu locura interna muy fácilmente, eso está dentro de tu capacidad. Una vez que la locura interna ya no está ahí, la locura externa se vuelve insustancial; pierde toda realidad, se vuelve ilusoria: no puedes encontrar tu propia voz, no surge en ti ningún pensamiento y, así, ningún sonido. Esto se llama «los dioses están en el valle»: te has vuelto vacío y todo se ha ido a la profundidad del valle, solo se oyen ecos. Y cuando se oyen ecos, obviamente no te afectan. Justo el otro día un loco intentó violar a Anuradha. Lo atraparon antes de que pudiera hacer ningún daño. Le pedí a Anuradha que viniera a verme, para ver si estaba afectada por ello o no, y me sentí inmensamente feliz de que no estuviera afectada en absoluto: en modo alguno, ni siquiera un ápice. Ésa es la belleza de la meditación creciente: incluso si te asesinan permanecerás inafectado. El empeño de violarla fue homicida. Y que se entere Morarji Desai de que ésta es la verdadera imagen de India: ¡lo intentó un indio! Y no es un caso aislado, ha estado sucediendo casi regularmente. Se ha vuelto muy peligroso para mis sannyasins salir de aquí. Esta India fea no es mi India. Esta India fea les pertenece a Morarji Desai y Charan Sing y Advani y compañía. Yo simplemente repudio a esta India fea. Pero hay otra India: la India de los Budas, la India eterna. Formo parte de ella, tú formas parte de ella. De hecho, en cualquier parte, en cualquier sitio en que esté sucediendo la meditación, esa persona se convierte en parte de esa India eterna. Esa India eterna no es geográfica, es un espacio espiritual, y volverse parte de esa India eterna es volverse un sannyasin. Y me sentí muy feliz, inmensamente feliz, al ver a Anuradha: había permanecido absolutamente inafectada, ni un ápice de miedo, nada; como si no hubiera sucedido nada, como si la tentativa hubiera sucedido en un sueño. Así es como uno crece poco a poco en la meditación: todo se vuelve insustancial, lo puedes ver todo. Ella se defendió, fue valiente y valerosa; hizo todo lo necesario que había que hacer, no se doblegó, pero la consciencia interna permaneció inafectada.

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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