Si ya sabes que la Energía Divina le entra al individuo en un estado de
pureza perfecta, entonces tienes que realizar que es el propio individuo quien recalifica a esa energía, imponiéndole su propia impureza. Esta energía le entra al hombre continuamente con el latido del corazón y él la tiñe con su propia calidad y la proyecta hacia fuera. Este es su privilegio como Creador, a Imagen y Semejanza del Padre. Nuestra conciencia individual está siendo proyectada, formando ambiente en contorno nuestro. Por eso recibe vibraciones de pesar, de tristeza, de alegría, de amor, bondad, etc. Y las siente como si fueran propias. Si son buenas, no tiene nada de qué preocuparse; pero si son de impaciencia o de tristeza, debe decirles que se retiren y ordenar que se trasmuten para no continuar expandiendo esa atmósfera y contagiando a otros.
Saint Germain . El Libro de Oro de Saint Germain .