Sí, cada acto de la palabra sagrada querría erigir tantos altares en tu pensamiento, en
tus deseos, en tu amor, en tu humildad, en tu fe, en tu valerosa actividad, en tu caridad, en tu inteligencia, hasta que no hubiese nada en ti que no estuviese dedicado a ofrecer sacrificios en honor del Señor, para que, al irradiar al Señor por todos los puntos de tu existencia purificada y santificada de este modo, todas las naciones te encontrasen siempre ocupado, como los levitas, en el mantenimiento del fuego sagrado y siempre dispuesto a recibir sus ofrendas y a hacer que lleguen sus plegarias hasta el trono del eterno.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .