Menos conocemos aún la que hay ente el globo D del manvantara lunar (nuestra Luna)

y el globo D del manvantara terrestre (nuestra tierra). Mr. Sinnett, en su conferencia acerca de El sistema al cual pertenecemos (Folleto publicado en español por la Biblioteca Orientalista), ha dado un buen resumen de los escasos datos que poseemos sobre el particular. Dice así: “La nueva nebulosa terrestre se desarrolló alrededor de un centro que poco más o menos conservaba la misma relación con el moribundo planeta que los centros de la Tierra y de la Luna conservan actualmente entre sí. Pero esta agregación de materia ocupaba en su condición nebulosa un volumen inmensamente mayor que el que ahora ocupa la materia sólida de la Tierra. Se extendía en todas direcciones lo suficiente para abarcar dentro de su ígneo perímetro al viejo planeta. La temperatura de una nueva nebulosa parece ser mucho más elevada que cualquiera de las que nos son conocidas, y debido a esta circunstancia el viejo planeta recibió nuevamente de un modo superficial un grado de calor de naturaleza tal, que toda la atmósfera, agua y materia volatilizable que contenía, se convirtió en gases, y de esta suerte fue supeditado a la influencia del nuevo centro de atracción establecido en el punto central de la nueva nebulosa. De este modo la atmósfera y mares del viejo planeta pasaron a formar parte de la constitución del nuevo, por cuya razón la Luna es al presente una masa árida, estéril y sin nubes, inhabitable para toda clase de seres físicos. Cuando el presente manvantara toque a su término en la séptima ronda, la Luna se desintegrará completamente, y la materia que todavía en ella se conserva unida, se convertirá en polvo meteórico”. (A. P. Sinnett. Obra citada, traducción española de J. Granés, Págs. 28 y 29).

Annie Besant . La sabiduría antigua .

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