Tus esfuerzos por ser especial es como ponerle patas a una serpiente. Con eso solo

conseguirás matarla. Piensas, porque te da pena, que debes ponerle patas a la serpiente. «Pobre serpiente. ¿Cómo va a caminar sin patas?» Como si la serpiente hubiera caído en las garras de un ciempiés y el ciempiés, sintiendo lástima de la serpiente dijera: «Pobre serpiente. Yo tengo cien pies y ella ninguno. ¿Cómo ya a andar? Le hacen falta al menos unos cuantos». Y si consigue ponerle unos cuantos pies a la serpiente, la matará. La serpiente está perfectamente tal y como es; no necesita patas. Tú estás perfectamente tal y como eres. A eso me refiero al hablar del respeto del ser de cada cual. Y respetarse a sí mismo no tiene nada que ver con el ego, no tiene nada que ver con el amor propio. El respeto a sí mismo es el respeto de Dios. Significa respetar al creador, porque tú no eres sino una pintura, su pintura. Al respetar la pintura, respetas al pintor. Respeta, acepta, reconoce, y se desvanecerán todos esos absurdos esfuerzos por ser especial.

Osho . El libro del ego .

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