Si no quieres tú ser matado por ellas, debes hacer inofensivas tus propias creaciones, las

hijas de tus pensamientos, invisibles, impalpables, que pululan en torno del género humano, progenie y herederos del hombre y de sus despojos terrenales. Has de considerar la vacuidad de lo aparentemente lleno, la plenitud de lo aparentemente vacío. Mira, intrépido aspirante, al fondo más recóndito de tu propio corazón, y responde. ¿Conoces los poderes del Yo, tú que percibes sombras exteriores? De no ser así, estás perdido. Porque en el cuarto Sendero la más leve brisa de pasión o deseo agitará la luz tranquila sobre los muros blancos y limpios del alma. La más ligera oscilación de anhelo o pesadumbre por los ilusorios dones de Maya, en el trayecto del Antaskarana -el sendero que hay entre tu Espíritu y tu yo, el camino real de las sensaciones, rudos despertadores del Ahankara-, un pensamiento cualquiera, tan rápido como el rayo, te hará perder tus tres premios, los premios que has ganado.

H.P. Blavatsky . La voz del silencio .

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