Hombre nuevo, considérate como el rey establecido sobre Sión, la montaña del Señor, para anunciar
sus preceptos. Pide a Dios tus propias naciones como herencia y él extenderá tus posesiones hasta los confines de la tierra y hasta las almas de tus semejantes, pues su sabiduría activa e invisible sólo pretende hacer que penetren hasta ti sus suaves influencias y mantenerte desde lo alto de su trono en tus combates, para hacer que alcances victorias. Después llevará junto a ella a tu espíritu triunfante, a las tranquilas regiones donde tiene estable- cida eternamente su morada y donde el hombre habría debido morar también eternamente con ella, si no hubiese tenido la debilidad de abandonarlas. Esto son verdades que, aunque se rebatiesen en todas las páginas de todos los li- bros, no se justificaría el reproche de repetirlas demasiado, porque ¿cómo se va a reprochar a los escritores que repitan una cosa que es la única cosa que debería decirse?.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .